martes, 27 de junio de 2017

Si te sientas ésta vez.

Tuve una vez un nombre.
Soñé con un submarino. No, no puedo dormir, es la ansiedad del café, es la ansiedad que provoca tomar café, dos tazas, dos horas distintas, es poco café. Las neuronas se prenden y apagan, ¿foquitos de navidad?, se siente como si mil hormigas juguetearan en mi cerebro, es una tontería.
Una vuelta, dos vueltas, mejor no me muevo, mejor boca abajo, ideas que roen mi mente, me carcomen y no me dejan dormir. Es más fácil contarte una historia que escribir un ensayo filosófico. Uno no se lo toma tan en serio. Todo es un juego, como la vida, como lo sueños, mi querido de la Barca.
En mi niñez jugué con el mar, las olas iban y venían, no sé cómo era el viento pero sí el olor de la arena mojada, de la sal en el mar. El sol se reflejaba en mis hombros rojizos, en mi nariz, “tienes un bonito perfil”, dijo Al una vez en el jardín del Edén, comíamos pastel y yo me sentía aliviada de que alguien que no fuera mi madre alabara mi nariz, nunca fue hermosa pero sí era un lindo perfil.
Papá y yo corrimos para alcanzar al mar, mi pequeña hermana nos miraba desde atrás, no quería mojarse, ni siquiera le gustaba bañarse, “no debiste traerla” sólo lo pensaba, a ratos, la verdad es que era más divertido todo entre tres, todo era más divertido con nosotros tres.
Ya di otra vuelta a la cama, es una cama grande, su nombre es Príncipe, “el Príncipe que cuidará de tus sueños” eso decía la etiqueta, así que lo adopté, y ahora le disfruto mucho, puedo dormir en la izquierda o en la derecha, en diagonal o de cabeza, puedo estirar mis pies y mis manos, así es, no soy alta.
Pero ésta no es una historia que contiene otra historia y otra historia, con enredos y metáforas, con palabras complicadas, con juegos mentales u otras barbaridades, son, solamente son historias de cuando no puedo dormir.

martes, 2 de octubre de 2012

Tengo que leer, tengo que leer, tengo que leer. Por más que me lo repito no logro hacerlo, es una idea en potencia digamos. Para lograr la sensación de a-temporalidad sólo necesito un día completo en mi casa sin molestarme por salir, con todo lo necesario a mi alcance. No necesito cambiarme de ropa, puedo quedarme en pijama y a nadie le molesta, es más cómodo. El deber llama, tienes que leer y hacer tu reporte, tienes que leer y hacer la guía de estudio, tienes que leer. De pronto recuerdo cómo me divertía a mis 16 años, desperdiciando cada instante en lo que me viniera en gana, no preocuparme por aprovechar el tiempo ni nada a mi alrededor, cuántas locuras, cuántos deseos. Un día en la prepa, un día largo...entrar a clases o no, ver a alguien especial, sonreírle a ese chico pequeño de cabello fascinante, cantar con tu mejor amiga. Tengo que leer, olvida los recuerdos por ahora. Voy a la cocina, me sirvo algo de fruta, encuentro un yogurt, regreso a mi cuarto y me dispongo a leer, pero qué va es demasiado temprano, 9:00 am? no inventes no es hora de leer, buscaré algo interesante en la red mientras desayuno.

sábado, 10 de septiembre de 2011

No hay de qué.

De nuevo pasa, me veo aquí, sola. La mejor compañía es un libro, un texto, una frase.
¿Sientes el frío en tus manos?
La noche está ligeramente callada, mi hermana duerme en la cama de al lado.
No dejo de pensar en esa persona, en su mirada triste, melancólica.
Apenas 3 segundos fueron suficientes para entenderlo, para sentir que el silencio gritaba más de lo que podía soportar. Me alejo del espejo, siento el aire entrar por los bordes de la ventana, mi cuerpo se hunde en la cama apenas tendida, ya es tarde pero no tengo a donde ir, me mal cubro con una sábana, el frío invade mi cuerpo.
Cierro los ojos y empiezo a tener un sueño, las imágenes son borrosas y de pronto me despierto bruscamente, veo el reloj, han pasado 13 minutos.
Me invade una nueva soledad, es más grande que la primera. Cierro los ojos, vuelvo a soñar. Media hora después me levanto aún con sueño, arreglo mi cama, algunas cosas caen al piso y las levanto sin detenerme a observarlas. Hay alguien frente a mí, no me atrevo a voltear, torpemente me pongo mis tenis tomo las llaves y salgo del cuarto.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Para mi fortuna al parecer sólo hay al menos una persona que leerá esto, a saber, yo. Qué mejor que confrontarte contigo mismo, sin esperar el que dirán, dejando lo escrito al público, desnudo, ante la mirada de cualquiera, pero con la seguridad de que no correrá riesgo debido a la gran demanda de las personas por ser leídas, siento mucho no satisfacer este requisito de ser social.
Ante todo sigo pensando que lo mejor es la soledad, no por eso niego el estar en compañía de otro ser humano, pero parece menos confortable, al menos para mí. Formando esa barrera en la que no soy tan vulnerable como el común, quizás es por el gran impacto que penetra en mi sentir cualquier forma de agresión.

martes, 23 de agosto de 2011

Clase a las 4, salgo a las 3

Salgo deprisa de mi casa, 5 o 10 minutos tarde. Justo en la esquina de Av. Coyoacán está la pesera que me llevará a la mitad de mi camino, chin! se acaba de pasar el alto y ya no alcancé a subir, -hubiera corrido-, pero de todas formas no tenía por qué pasarse el alto, aún quedaba un minuto y medio en el que perfectamente podría haber abordado el transporte, pero alguna razón debió tener el conductor para cometer una falta así. Decido esperar porque no hay otra opción, 10, 15, 20 minutos...Ya voy 30 minutos tarde. A lo lejos veo uno de esos camiones que cobran $4.00, saco un peso más de mi monedero apresurándome para al mismo tiempo hacerle la parada. Por fin subo y le agradezco al conductor el haberme hecho la parada, -gracias por el favor- pienso sarcásticamente. Observo a los pasajeros buscando algún lugar, algunos me observan con un rostro serio, un tanto molesto, otras dos personas, dos mujeres, platican en un tono alto, decido sentarme en uno de esos asientos para dos al lado de la puerta trasera, el asiento es duro, parece que ha sido si acaso limpiado con una franela aún más sucia, el tubo del asiento de adelante está medio oxidado, el respaldo tiene una gran letra R pintada, algunos rayones como SyE encerrados en un corazón, miro por la ventanilla, una señora en un coche de esos caros se mira en el espejo tratando de maquillarse mientras avanza lentamente en el tráfico, recuerdo que yo también pensaba maquillarme, así que saco una pequeña bolsita en la que guardo mis cosméticos, un señor me observa como si hubiera sacado algo que le desagrada, lo miro y esquiva mi mirada rápidamente, saco una pequeña cucharita, 2 minutos y listo! mis pestañas están enchinadas, ahora el rímel, es difícil concentrarse cuando alguien te está observando, sobretodo cuando no desconoces sus intensiones, Eje 8, sube y baja gente, sube más de la que baja, un señor de aspecto formal con traje y algunos papeles en la mano me pide que le de permiso para sentarse, pienso en deslizarme hacia la ventana pero en poco tiempo tendré que bajarme y para evitar molestar al señor en unos minutos decido solo hacerme a un lado para que se siente,-no mames! el asiento es para dos!- parece que el señor es más grande que el tamaño estimado lo que me obliga a sentarme en media orilla del asiento,no le tomo importancia porque falta poco para que baje. Sube más gente, el chofer parece tener una mala percepción de cuanta gente cabe realmente en el camión,"pásele para atrás, en dos filas", grita repetidamente, algunas señoras suben por atrás lo cual impide pasarle para atrás, dos hombres de oficina vienen platicando o chismenado por así decirlo, parece que su especialidad es calificar a toda mujer que ven, pido permiso para pasar y alcanzar el timbre, también pase por la revisión de aquellos hombres aunque ya no pude escuchar los adjetivos que me atribuyeron pues me preocupaba mas fijarme si al bajar no venía alguna bicicleta o moto, bajo y el camión inmediatamente acelera para ponerse unos 10 cm más adelante. Por fin llegué a Coyoacán, ya sólo tengo que caminar a la parada para tomar el próximo camión....